EU vs. UNESCO, el desdén por temas de educación, ciencia y arte: experta

Vie, 13 Oct 2017
La salida de Estados Unidos se dará hasta diciembre de 2018
  • (UNESCO).
Por: 
Mtra. Raquel Saed*

El anuncio de la salida de Estados Unidos de la UNESCO puede parecer sorpresivo para los que reconocen a la organización como un baluarte, surgido de la ONU, para preservar los valores culturales en el mundo, especialmente después de los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, no lo es para los que siguen el discurso divisorio y aislacionista que ha tenido el presidente Trump desde su llegada al poder.

La política exterior de Estados Unidos ha estado marcada por la idea de separarse de organizaciones mundiales, en las que se pueda ver sometido en igualdad de circunstancias a las normas de convivencia internacional. Como una muestra de ello es que, desde el principio de su administración, amenazó con la salida de la OTAN, aunque después cambió la retórica en aras de mantener la protección a sus aliados más cercanos. Del mismo modo, anunció la separación del Acuerdo de París para no someterse a reglas impuestas, a pesar de que significa un compromiso establecido por cada Estado para participar en él.

Esta no sería la primera vez que Estados Unidos sale de la UNESCO, ya que en 1984, durante la Guerra Fría, el presidente Ronald Reagan separó al país de la organización con el argumento de que ésta tenía demasiada influencia de Moscú y que era abiertamente crítica con Israel. Esa separación duró hasta 2002, cuando el presidente Bush entró de nuevo en una búsqueda de apoyo de la comunidad internacional en el marco de la guerra contra Irak.

En esta ocasión, la administración Trump retoma la solidaridad con Israel, declarando que la UNESCO tiene una postura antiisraelí. Para ello, hay dos argumentos: el primero, la admisión de Palestina a la ONU como país miembro, careciendo de las características de Estado-nación. En 2011 y en forma de protesta, la administración Obama dejó de pagar sus derechos de membresía. El segundo argumento es la declaración por parte de la organización en el sentido de que algunos sitios religiosos de Jerusalén no están ligados a la religión judía, lo cual generó una controversia internacional.

En esta circunstancia se advierten consideraciones que muy probablemente sean oportunistas para las declaraciones y la postura de la administración Trump, como la deuda de más de 500 millones de dólares que tiene Estados Unidos con la organización y que no tiene intenciones de pagar. Así como la coyuntura del proceso político interno que tiene la UNESCO para renovar el liderazgo, en el cual, uno de los punteros es un exministro de cultura de Qatar, país que ha sido señalado negativamente por sus vecinos árabes, lo cual ha tenido un impacto en la política internacional.

Es indiscutible que Israel es el elemento clave para esta decisión, pero por encima de ello está la relación de cordialidad que tienen Trump y Netanyahu, que marca una gran diferencia con la que tenía este último con Obama, hace poco menos de un año. Es decir, por encima de la política de cooperación, ahora se establece el encuentro de personalidades entre los dos líderes de naciones que siempre han tenido una manifiesta cercanía. En este contexto, la narrativa de la decisión es aprovechada por el presidente estadounidense para exhibir su patente apoyo a su aliado más importante en Medio Oriente.

Aunque la salida no se dará sino hasta diciembre de 2018, la postura tiene un significado de gravedad para la UNESCO, ya que se retira uno de los países del Consejo de Seguridad de la ONU, y que ha sido indispensable para su operación de los últimos 15 años. Es también uno de los que más expresamente se ha manifestado por los temas que la organización defiende, como el derecho a la educación, el acceso a agua limpia, la igualdad para las mujeres, el desarrollo científico, así como la designación de sitios protegidos para la humanidad, entre otros.

A pesar de la salida, el anuncio manifiesta que Estados Unidos se quedará en calidad de observador sin membresía, lo que le permitirá participar y establecer debates que sean de importancia para el país, sin tener obligaciones para la organización, ni tampoco con la comunidad internacional. En esta posición podrá establecer temas de la agenda que le atañan, pero que no lo involucren con compromisos de ninguna índole.

En términos simbólicos, se puede observar que, para la administración Trump, los temas de educación, ciencia y cultura no son primordiales, ni estaría dispuesta a defenderlos, ya que no lo hace dentro de sus propios debates nacionales. Se trata, a su vez, de un desdén por el ámbito internacional que corresponde con su discurso de división y de poder, que hace efectivo y patente su slogan America First. Si lo analizamos, se trata de una posición que podría advertirse como pragmática, pero que en realidad cumple con sus promesas de campaña, aunque como muchas otras, sea una medida impulsiva y que pueda ser perjudicial para su propio país.

Sin Estados Unidos, la UNESCO deberá operar con la colaboración de los demás países miembros que participan y que trabajarán para cubrir el vacío que se abrirá, luchando por seguir teniendo la participación e incidencia en el escenario internacional.

*La Mtra. Raquel Saed es académica del Departamento de Estudios Internacionales de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México.

 

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